Alguien honrado que se caracteriza por llevar una conducta transparente y serena puede verse en la situación de generar deudas difíciles de solventar, lo que le hace un deudor de buena fe, por lo que acogiéndose a la Ley de la Segunda Oportunidad puede proteger sus derechos.
¿Qué es un deudor de buena fe?
Un deudor de buena fe es un término jurídico reservado para aquella persona deudora que actúa con honestidad en sus intenciones y, además, cumple con unos requisitos cruciales para acceder a la Segunda Ley de Oportunidad, según las condiciones de la Ley Concursal.
Cabe añadir que la nueva concepción de deudor de buena fe viene recogida en la reforma que se hizo en el año 2022. Concretamente, el artículo 487 de la Ley Concursal indica cuándo una persona deudora no puede cancelar sus deudas porque no ha actuado de buena fe. En el resto de los casos, el deudor de buena fe puede acceder a la Ley de la Segunda Oportunidad siempre y cuando cumpla con los requisitos que la ley exige. Dicho esto, los requisitos legales para ser deudor de buena fe son las siguientes:
Requisitos para ser deudor de buena fe
La situación de insolvencia deriva de la mala suerte
Durante el procedimiento judicial se tiene que estimar si la situación de insolvencia a la que ha llegado el deudor es fruto del infortunio, es decir, que esta situación no haya sido originada por actuaciones mal intencionadas. En este caso, el juez valora favorablemente al deudor.
No ha habido condena en sentencia firme por un delito
Si al deudor no lo han condenado en sentencia firme por falsificaciones de documentos, por defraudar a Hacienda, por vulnerar los derechos de los trabajadores o por algún delito contra el patrimonio y el orden socioeconómico, por ejemplo, se le considera deudor de buena fe.
Eso sí, todos los delitos posibles que se han mencionado solo se consideran en un plazo de 10 años anteriores a la declaración del concurso. Esto quiere decir que el juez no aprobará el acceso a la Ley de Segunda Oportunidad si se está llevando a cabo un proceso penal.
Se ha intentado llegar a un acuerdo extrajudicial
Cuando un deudor es de buena fe, se hace evidente que se ha esforzado por llegar a un acuerdo extrajudicial con los acreedores y pagar sus deudas. En ocasiones, sin embargo, los acreedores no tienen la disposición de refinanciar las deudas y el acuerdo no es posible.
En este caso, un abogado especialista en la Ley de la Segunda Oportunidad puede aludir que la persona deudora ha demostrado su buena fe tratando de cumplir con los pagos de sus deudas para reconducir su situación financiera y así continuar viviendo en condiciones dignas.
El deudor ha pagado los costes de la solicitud del concurso de acreedores
En el artículo 84 de la Ley Concursal también se indica que un requisito para que el deudor de buena fe acceda a la Ley de Segunda Oportunidad es que haya cubierto los gastos judiciales y los costes del mediador concursal, por ejemplo, que son parte de la solicitud del concurso.
Pero, a veces, el deudor no puede cumplir con este requisito. Por lo tanto, el juez puede exigir al deudor un plan de pagos aprobado por él. También puede exigirle cumplir con las responsabilidades que le ha otorgado la administración concursal, entre otras exigencias.
¿Qué tiene que ver ser un deudor de buena fe y la Ley de la Segunda Oportunidad?
En realidad, un abogado experto en la Ley de Segunda Oportunidad sabe que es de vital importancia que la persona deudora sea de buena fe. De lo contrario, no cumple con el requisito fundamental para poder utilizar esta herramienta legal a favor de sus derechos.
Cuando nos encontramos ante un deudor de buena fe significa que es una persona que destaca por actuar con honestidad y transparencia, sin tener malas intenciones en lo que a su situación financiera corresponde. Por eso se creó la Ley de Segunda Oportunidad. Veamos:
- La LSO está pensada para personas de buena fe en situación de insolvencia.
- La LSO tiene el objetivo de cancelar o refinanciar las deudas contraídas.
- La LSO ayuda a los deudores de buena fe a empezar de cero en materia económica.
Por otro lado, la Ley de la Segunda Oportunidad no está hecha para las personas deudoras que han actuado con mala fe, de forma fraudulenta o de forma irresponsable. Este tipo de deudores quedan excluídos de todo lo que la herramienta legal puede concederles.
En pocas palabras, la relación entre la Ley de la Segunda Oportunidad y un deudor de buena fe es muy estrecha, ya que el segundo es un requisito de vital importancia para poder acceder a todos los beneficios del primero, como la cancelación o reestructuración de las deudas.